NO. 03

"A solas conmigo misma" «Наедине с собой»

5 sabores del verano 5 вкусов лета

Vengo de un lugar donde la diferencia entre las estaciones del año es tan grande que en invierno puedes llegar a olvidar cómo se siente el verano, aunque solo hayan pasado 6 meses. Sin embargo, algunos momentos veraniegos, sobre todo los que pasaba en el pueblo donde me quedaba a menudo a solas conmigo misma, se han grabado para siempre en mi memoria. Я родом из тех мест, где времена года отличаются так сильно, что зимой можно умудриться забыть как выглядит и пахнет лето, хотя оно было всего полгода назад. Но некоторые моменты лета, особенно проведенные в деревне, где я так часто оказывалась наедине с собой, я помню и спустя десятилетия и буду помнить всегда.

El sol acaba de asomarse por detrás de las copas de los árboles y ya estás corriendo descalza por la hierba húmeda, inhalando profundamente los olores del huerto y de los animales para disfrutar de las bayas frescas recogidas directamente de un arbusto y, anticipando el denso calor de verano, haces tus planes para el día que está por delante. Esos momentos en los que no te puedes imaginar que en el futuro esta libertad einocencia innata hacia el mundo entero las sentirás cada vez menos. Esos instantes fugaces, sin miedos y preocupaciones ante la incertidumbre, nuevos contactos y responsabilidades, resuenan de forma nostálgica y melancólica en el corazón de un adulto con más fuerza. Солнце только-только выглянуло из-за макушек леса неподалёку, а ты уже бежишь босиком по влажной траве, вдыхая полной грудью запахи огорода и животных, чтобы насладиться только что поспевшими на кусте ягодами и, предвкушая надвигающийся густой летний зной, думаешь о том, чем же себя занять. Сложно представить, что такую естественную свободу и открытость перед миром в будущем предстоит ощущать всё реже и реже. Что такие мимолётные мгновения отсутствия страхов и волнений перед неопределенностью, новыми знакомствами и ответственности только перед собой, будут всё ярче отзываться меланхоличной эйфорией ностальгии во взрослом сердце.

Se acerca el verano y noto que a menudo me quedo ensimismada; creo que se debe a que durante las vacaciones pasaba mucho tiempo sola. Soñaba mucho, encontraba la fuerza y la voluntad para superar las dificultades, hacía lo que me apetecía en cada momento y de verdad pensaba en mí, lo que a día de hoy me falta a menudo. Y parece que no soy la única. Espero que nuestra nueva colección de bombones, a la que me han inspirado esos momentos especiales de la soledad tan enriquecedora en el pueblo, te ayude a sumergirte en tu propio mundo, cosa que no es fácil, pero tan necesaria en la realidad que vivimos ahora. Приближается очередное лето и я всё чаще оказываюсь мыслями наедине с собой, думаю из-за того, что на летних каникулах я была предоставлена сама себе. Много мечтала, где-то находила силы и желания справляться с трудностями, делала то, что правда хотела делать прямо сейчас и по-настоящему думала о себе — и это всё то, чего так часто не хватает сейчас. И кажется что не только мне. Надеюсь наша новая коллекция конфет, на которую меня вдохновили особенные моменты тех лет, где я оказывалась окруженной таким осознанным деревенским одиночеством, помогут вам забыться наедине с собой, что не так просто, но так нужно в наше время.

El Ganso llamado Gosha Гусь Гоша

Verano. Tengo 8 años. Recuerdo muchos momentos de aquellas vacaciones. Mi mamá y yo vivíamos solas en una casa de campo muy bonita al lado de un bosque y, pasando la valla, había un gran prado donde a menudo paseaba el caballo de un vecino. Mi mamá trabajaba como cocinera en una guardería y en casa se ocupaba de cultivar el huerto y criar animales, conejos y gallinas.

Un día en nuestra pequeña granja apareció Gosha. Era un pollito de ganso. Recuerdo que enseguida me conquistó el corazón. Era una criatura de pelo suave, sin plumaje todavía, pequeña y frágil. No entendía nada de lo que pasaba alrededor, estaba solo en un entorno desconocido. Igual que yo aquel entonces. Entonces, empezamos a explorar el mundo juntos. Le enseñaba lo que sabía, le ayudaba y lo rescataba de algún percance en los que a veces se metía. Cuando creció un poco, empezó a protegerme a mí. No conocía a nadie más leal que ese ganso. No se separaba de nosotras ni un momento: nos hacía compañía plantando flores, deshierbando el terreno, leyendo libros en el jardín o escuchando mis cuentos. Incluso jugábamos al pilla-pilla. Lo entendía todo y lo apreciaba mucho. Creo que él a mí también.

A mediados de verano vinieron mis primos Nikita y Olga de visita. ¡Me alegré muchísimo! Por la tarde hacíamos caramelos usando las formas del Kinder Sorpresa y jugábamos a las cartas.

Por la mañana mi madre nos preparó el desayuno para nosotros y para los animales, los presenté a Gosha y me quedé en casa a limpiar, mientras ellos vigilaban a los gansos pastando en el prado. De todas formas, intentaba no perder de vista a las aves ni un segundo. Pronto entendí que hice bien.

De repente en el prado apareció el caballo. Normalmente mantenía la distancia, pero por algún motivo, justo ese día, decidió acercarse. Gosha tenía mucho carácter y protegía su espacio y, al ver al caballo venir, enseguida se enfadó y se puso al ataque. Por supuesto, mis primos de la ciudad se confundieron y no sabían qué hacer. Vi que mi amigo estaba en peligro y salí de casa corriendo para rescatarlo: me acerqué muy rápido, reñí al caballo, cogí a Gosha en mis brazos y me escapé. En aquel momento no sentí nada de miedo, aunque ahora entiendo que un caballo enfadado puede hacer daño a una niña pequeña. Llevé a los gansos al huerto, mis primos me siguieron. De pronto empecé a cojear y oí los gritos: “¡SANGRE! ¡SANGRE!” Pensé que algo le pasaba a Gosha, pero rápidamente me di cuenta que el problema lo tenía yo.

Al salir descalza y pasar corriendo por el prado, me corté el talón con un cristal que había en el suelo. Cuando volví a casa con mi amigo sano y salvo, se me bajó la adrenalina y entonces sentí un dolor punzante. La que más lo sufrió fue mi madre. La sangre no paraba, no teníamos coche ni teléfono, y el hospital más cercano estaba a 6 kilómetros.

Lo pasé mal, pero lo que más me importaba era que Gosha estaba bien. Curar la herida sin anestesia dolió mucho, pero me habría dolido mucho más perderlo. Ahora la cicatriz que tengo en el talón siempre me recuerda de mi mejor amigo de la infancia, el ganso llamado Gosha.

Начинка Relleno
Puré de yuzu, puré de lima, piel de lima, polvo de menta verde, bayas de pimienta de timur, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 64%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Помидоры Los tomates

Al año siguiente, mi madre perfeccionó su forzada afición a la agricultura. Teníamos 40 acres de tierra y solo éramos nosotras dos. Aunque mi abuelo vivía al lado, era mayor, tenía asma y cuidaba de su propio huerto, por lo tanto, no nos podía ayudar. Recuerdo que un día mi madre montó un arriate largo con unos arbustos misteriosos. Cuando trabajaba, Gosha y yo lo cuidábamos regando y deshierbando la tierra. En algún momento empezaron a florecer y, pasado un tiempo, aparecieron unas bayas peculiares. Poco a poco cogían el color rojo y luego dejaron de crecer. ¡Resultó que era toda una plantación de tomates cherry! Me impresionaron muchísimo, porque nadie los tenía y apenas se vendían. No tengo ni idea de cómo mi madre los pudo conseguir en aquel pueblo perdido y, además, supo cultivarlos en esas condiciones y el clima, ¡una pasada!

Siempre me ha encantado el tomate y a día de hoy es uno de mis alimentos favoritos. Con un buen plato de tomates con sal ya estoy feliz. ¡Nunca me canso! Ya os podéis imaginar lo mucho que me gustaron los tomatitos. Hacía muy buen tiempo y los cherry quedaron muy dulces y jugosos, además, había un montón. Los comíamos todos los días, hacíamos mermelada de tomate riquísima hasta entender que era demasiado para nosotras dos.

Había una línea de ferrocarril que pasaba por nuestro pueblo y los trenes siempre paraban allí para repostar. Muchos pasajeros salían a caminar un rato y los habitantes del pueblo aprovechaban estas paradas para vender algo a los “turistas”. Vivíamos todos de forma muy humilde. Se acercaba nuevo curso escolar y tenía muchas ganas de conseguir un chándal completo, pero costaba más que el sueldo de mi madre. Así que un día decidimos que, mientras trabajaba, yo podía recoger los tomates y venderlos en la estación. En pocos días ya no me quedaba nada. Recuerdo cómo los pasajeros preguntaban: “¿Qué valen estas ciruelas?” y yo, muy contenta de poderlos sorprender, les decía que no eran ciruelas, sino tomates.

Después mi mamá y yo fuimos a comprarme el soñado chándal con mi primer sueldo. Era de color amarillo limón, y estaba muy feliz de tenerlo.

Начинка Relleno
Tomate en polvo, puré de limón, piel de limón, vainilla, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 64%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Дача Casa de campo

Mi papá es de Lugansk. Allí vivíamos en un edificio alto en la 9ª planta hasta que cumplí cuatro años. Sin embargo, mi padre nació y vivió en una casa en un pueblo cercano. Cuando nací, esa casa se convirtió en nuestra segunda residencia. En invierno no había nadie, pero todos los veranos los pasábamos allí. Mis sensaciones favoritas de verano se formaron en aquel lugar. Recuerdo el viaje largo en el bus y, nada más bajar, el silencio tan habitual de los pueblos seguido por el camino hacia nuestra casa. Cuando abríamos la puerta, enseguida nos abrazaba el olor inconfundible de un sitio que nos estaba esperando todo el invierno: húmedo y un poco frío. Me acuerdo de las mañanas, de los gallos de los vecinos despertándonos, del olor de las hojas de tomate en el invernadero, del primer baño en el río y de las cosquillas del agua dulce en la nariz. Es allí donde conocí el mundo de los insectos y gusanos. ¡Me encantaba observar diferentes bichos! Los sacaba de la tierra y los cogía con las manos, cosa que a mí me generaba una alegría enorme y a mi hermana mayor, la horrorizaba. Es allí donde empezó mi primera amistad con una niña vecina. Para vernos, saltábamos encima de la valla. Entre nuestras casas había un cerezo enorme. Florecía y olía muy bien, y después aparecía la cereza. Entonces mi amiga y yo subíamos al tejado de un garaje para llegar a una rama gigante llena de frutos y los comíamos hablando sin parar. Ahora que lo pienso, ¿de qué podríamos haber hablado tanto a los tres años de edad?

Начинка Relleno
Puré de cerezas, cerezas en polvo, té Puerh, bayas de verbena, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate con leche 50%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Земляника Fresa silvestre

Ese mismo verano, cuando tenía 3 años, recuerdo una tarde que pasamos mi padre y yo solos. Mi madre se quedó en casa a preparar la cena con mis hermanos mayores y mi papá me llevó de paseo por el bosque. Aún era de día, pero se notaba que se acercaba el atardecer. Caminábamos por un sendero y, seguramente, mi padre me contaba algunas historias. De repente nos encontramos en un gran prado verde lleno de fresa silvestre. Mi papá me enseñó esta baya maravillosa y me explicó que son muy pequeñitas e ingeniosas y se esconden debajo de las hojas, entonces hay que buscar muy bien. Hemos cortado dos botellas de plástico para ir guardando las fresas cada uno. Me lo tomé como una misión muy importante y creía que las teníamos que llenar lo más rápido posible. ¡El que lo hacía primero, ganaba! Este juego me lo inventé yo misma y tenía muchas ganas de ganar, entonces iba buscando las bayas con mucha atención y esfuerzo. Sin embargo, la fresa silvestre se escondía de mí y no podía encontrar ni una. Pensaba que mi papá se pondría triste si no recogía nada. También me preocupaba porque pensara que no quería buscar las bayas, por eso mi botella estaba vacía. Todos estos pensamientos me desanimaban y, por mala suerte, seguía sin encontrar nada. En cambio, mi papá iba llenando su botella poco a poco.

Era pequeña y la fresa silvestre estaba muy rica, entonces le pedía de vez en cuando que me diera unas cuantas para probar. Por supuesto, me las convidaba encantado. Así fue nuestra pequeña aventura en el bosque. Mi padre buscando las fresas silvestres y yo, comiéndolas. Tampoco es un mal plan, ¡pero me ofendí mucho con la fresa silvestre porque se escondiera de mí!

Después me enseñaron la fresa que crecía en nuestro huerto, la grosella y la frambuesa. ¡Estas bayas sí que las podía recoger sin problema! Lo mejor fue comérselas frescas, recién recogidas del arbusto. Todavía me acuerdo de su sabor.

Recuerdo muy bien aquella tarde con mi padre. Fue una de las pocas veces que estuvimos los dos solos haciendo algo. El siguiente momento así ocurrió 25 años después, cuando mi marido y yo fuimos a visitar a mis padres. Decidimos pintar la casa y pasamos unos días unidos por esta actividad. Ahora estamos lejos de nuestros padres, es un país completamente distinto, a miles de kilómetros, pero siempre los tengo en mis recuerdos.

Начинка Relleno
Puré y polvo de grosella negra, puré y polvo de frambuesa, puré de yuzu, clavel, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 70%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Северский Донец El río Severskii Donets

Cuando tenía 12 años mi madre y mi hermano pequeño nos fuimos de nuestra querida ciudad en el Lejano Oriente en Rusia y vinimos con mi padre y mis hermanos mayores a la ciudad de nuestro pasado Lugansk, que ya se encontraba en el nuevo país, Ucrania. En principio, íbamos para hacer unas gestiones familiares: mi hermana mayor se casaba, teníamos que vender la casa y después volver a Rusia junto con mi padre. Mi hermana se casó, pero estábamos en plena crisis económica y tardamos 1,5 años en vender la casa. Por lo tanto, pasamos un verano en mi ciudad natal Lugansk, en ese mismo piso en la 9ª planta.

La casa de campo ya la habíamos vendido antes y fueron las primeras vacaciones que pasamos en la ciudad. Pero, una mañana del sábado, los padres nos despertaron pronto y nos fuimos de viaje de un día a ese lugar que tanto queríamos y que ya me despertaba unas sensaciones muy nostálgicas. Subimos al bus, pasamos por los caminos ya conocidos, bajamos en la parada al final del trayecto, caminamos por los senderos de siempre hasta finalmente llegar a la valla que guardaba tantos recuerdos valiosos e importantes. No pudimos abrir la valla como siempre, no entramos a la casa, no respiramos ese olor de tierra húmeda tan agradable. Cruzamos la calle y nos quedamos allí unos 5 minutos observando esa casa con un castaño enorme que ya no eran nuestros. Fueron los momentos de sentimientos encontrados.

Después fuimos al bosque, caminábamos por las sendas, recogíamos las flores silvestres y al final llegamos a la orilla del río Severskii Donets que tanto queríamos. Mi padre encendió un pequeño fuego y asamos pan con salchichas, acompañándolos con unos pepinos tan crujientes, aromáticos y ricos, que todavía me acuerdo de su sabor.

Mi hermano y yo nos bañamos en ese río con el agua tan limpia y transparente. Recuerdo haberlo echado mucho de menos los 6 años que no estábamos allí, ¡fue el sueño hecho realidad! Al atardecer llegó la hora de irnos a casa. De camino recogimos más flores e ¡incluso nos encontramos por primera vez con una serpiente! Esperamos que pasara y nos dejara el camino libre. Entonces, subimos al bus y ya nunca más he vuelto a ese lugar.

En mis recuerdos a menudo voy allí, a ese pueblo tan querido y entrañable de mi infancia, que siempre guardaré en mi corazón.

Начинка Relleno
Puré de coco, coco en polvo, puré de lima, piel de lima, agua de pepino, bayas de canela, vainilla, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 70%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Гусь Гоша El Ganso llamado Gosha

История La historia

Verano. Tengo 8 años. Recuerdo muchos momentos de aquellas vacaciones. Mi mamá y yo vivíamos solas en una casa de campo muy bonita al lado de un bosque y, pasando la valla, había un gran prado donde a menudo paseaba el caballo de un vecino. Mi mamá trabajaba como cocinera en una guardería y en casa se ocupaba de cultivar el huerto y criar animales, conejos y gallinas.

Un día en nuestra pequeña granja apareció Gosha. Era un pollito de ganso. Recuerdo que enseguida me conquistó el corazón. Era una criatura de pelo suave, sin plumaje todavía, pequeña y frágil. No entendía nada de lo que pasaba alrededor, estaba solo en un entorno desconocido. Igual que yo aquel entonces. Entonces, empezamos a explorar el mundo juntos. Le enseñaba lo que sabía, le ayudaba y lo rescataba de algún percance en los que a veces se metía. Cuando creció un poco, empezó a protegerme a mí. No conocía a nadie más leal que ese ganso. No se separaba de nosotras ni un momento: nos hacía compañía plantando flores, deshierbando el terreno, leyendo libros en el jardín o escuchando mis cuentos. Incluso jugábamos al pilla-pilla. Lo entendía todo y lo apreciaba mucho. Creo que él a mí también.

A mediados de verano vinieron mis primos Nikita y Olga de visita. ¡Me alegré muchísimo! Por la tarde hacíamos caramelos usando las formas del Kinder Sorpresa y jugábamos a las cartas.

Por la mañana mi madre nos preparó el desayuno para nosotros y para los animales, los presenté a Gosha y me quedé en casa a limpiar, mientras ellos vigilaban a los gansos pastando en el prado. De todas formas, intentaba no perder de vista a las aves ni un segundo. Pronto entendí que hice bien.

De repente en el prado apareció el caballo. Normalmente mantenía la distancia, pero por algún motivo, justo ese día, decidió acercarse. Gosha tenía mucho carácter y protegía su espacio y, al ver al caballo venir, enseguida se enfadó y se puso al ataque. Por supuesto, mis primos de la ciudad se confundieron y no sabían qué hacer. Vi que mi amigo estaba en peligro y salí de casa corriendo para rescatarlo: me acerqué muy rápido, reñí al caballo, cogí a Gosha en mis brazos y me escapé. En aquel momento no sentí nada de miedo, aunque ahora entiendo que un caballo enfadado puede hacer daño a una niña pequeña. Llevé a los gansos al huerto, mis primos me siguieron. De pronto empecé a cojear y oí los gritos: “¡SANGRE! ¡SANGRE!” Pensé que algo le pasaba a Gosha, pero rápidamente me di cuenta que el problema lo tenía yo.

Al salir descalza y pasar corriendo por el prado, me corté el talón con un cristal que había en el suelo. Cuando volví a casa con mi amigo sano y salvo, se me bajó la adrenalina y entonces sentí un dolor punzante. La que más lo sufrió fue mi madre. La sangre no paraba, no teníamos coche ni teléfono, y el hospital más cercano estaba a 6 kilómetros.

Lo pasé mal, pero lo que más me importaba era que Gosha estaba bien. Curar la herida sin anestesia dolió mucho, pero me habría dolido mucho más perderlo. Ahora la cicatriz que tengo en el talón siempre me recuerda de mi mejor amigo de la infancia, el ganso llamado Gosha.

Начинка Relleno
Puré de yuzu, puré de lima, piel de lima, polvo de menta verde, bayas de pimienta de timur, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 64%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Помидоры Los tomates

История La historia

Al año siguiente, mi madre perfeccionó su forzada afición a la agricultura. Teníamos 40 acres de tierra y solo éramos nosotras dos. Aunque mi abuelo vivía al lado, era mayor, tenía asma y cuidaba de su propio huerto, por lo tanto, no nos podía ayudar. Recuerdo que un día mi madre montó un arriate largo con unos arbustos misteriosos. Cuando trabajaba, Gosha y yo lo cuidábamos regando y deshierbando la tierra. En algún momento empezaron a florecer y, pasado un tiempo, aparecieron unas bayas peculiares. Poco a poco cogían el color rojo y luego dejaron de crecer. ¡Resultó que era toda una plantación de tomates cherry! Me impresionaron muchísimo, porque nadie los tenía y apenas se vendían. No tengo ni idea de cómo mi madre los pudo conseguir en aquel pueblo perdido y, además, supo cultivarlos en esas condiciones y el clima, ¡una pasada!

Siempre me ha encantado el tomate y a día de hoy es uno de mis alimentos favoritos. Con un buen plato de tomates con sal ya estoy feliz. ¡Nunca me canso! Ya os podéis imaginar lo mucho que me gustaron los tomatitos. Hacía muy buen tiempo y los cherry quedaron muy dulces y jugosos, además, había un montón. Los comíamos todos los días, hacíamos mermelada de tomate riquísima hasta entender que era demasiado para nosotras dos.

Había una línea de ferrocarril que pasaba por nuestro pueblo y los trenes siempre paraban allí para repostar. Muchos pasajeros salían a caminar un rato y los habitantes del pueblo aprovechaban estas paradas para vender algo a los “turistas”. Vivíamos todos de forma muy humilde. Se acercaba nuevo curso escolar y tenía muchas ganas de conseguir un chándal completo, pero costaba más que el sueldo de mi madre. Así que un día decidimos que, mientras trabajaba, yo podía recoger los tomates y venderlos en la estación. En pocos días ya no me quedaba nada. Recuerdo cómo los pasajeros preguntaban: “¿Qué valen estas ciruelas?” y yo, muy contenta de poderlos sorprender, les decía que no eran ciruelas, sino tomates.

Después mi mamá y yo fuimos a comprarme el soñado chándal con mi primer sueldo. Era de color amarillo limón, y estaba muy feliz de tenerlo.

Начинка Relleno
Tomate en polvo, puré de limón, piel de limón, vainilla, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 64%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Дача Casa de campo

История La historia

Mi papá es de Lugansk. Allí vivíamos en un edificio alto en la 9ª planta hasta que cumplí cuatro años. Sin embargo, mi padre nació y vivió en una casa en un pueblo cercano. Cuando nací, esa casa se convirtió en nuestra segunda residencia. En invierno no había nadie, pero todos los veranos los pasábamos allí. Mis sensaciones favoritas de verano se formaron en aquel lugar. Recuerdo el viaje largo en el bus y, nada más bajar, el silencio tan habitual de los pueblos seguido por el camino hacia nuestra casa. Cuando abríamos la puerta, enseguida nos abrazaba el olor inconfundible de un sitio que nos estaba esperando todo el invierno: húmedo y un poco frío. Me acuerdo de las mañanas, de los gallos de los vecinos despertándonos, del olor de las hojas de tomate en el invernadero, del primer baño en el río y de las cosquillas del agua dulce en la nariz. Es allí donde conocí el mundo de los insectos y gusanos. ¡Me encantaba observar diferentes bichos! Los sacaba de la tierra y los cogía con las manos, cosa que a mí me generaba una alegría enorme y a mi hermana mayor, la horrorizaba. Es allí donde empezó mi primera amistad con una niña vecina. Para vernos, saltábamos encima de la valla. Entre nuestras casas había un cerezo enorme. Florecía y olía muy bien, y después aparecía la cereza. Entonces mi amiga y yo subíamos al tejado de un garaje para llegar a una rama gigante llena de frutos y los comíamos hablando sin parar. Ahora que lo pienso, ¿de qué podríamos haber hablado tanto a los tres años de edad?

Начинка Relleno
Puré de cerezas, cerezas en polvo, té Puerh, bayas de verbena, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate con leche 50%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Земляника Fresa silvestre

История La historia

Ese mismo verano, cuando tenía 3 años, recuerdo una tarde que pasamos mi padre y yo solos. Mi madre se quedó en casa a preparar la cena con mis hermanos mayores y mi papá me llevó de paseo por el bosque. Aún era de día, pero se notaba que se acercaba el atardecer. Caminábamos por un sendero y, seguramente, mi padre me contaba algunas historias. De repente nos encontramos en un gran prado verde lleno de fresa silvestre. Mi papá me enseñó esta baya maravillosa y me explicó que son muy pequeñitas e ingeniosas y se esconden debajo de las hojas, entonces hay que buscar muy bien. Hemos cortado dos botellas de plástico para ir guardando las fresas cada uno. Me lo tomé como una misión muy importante y creía que las teníamos que llenar lo más rápido posible. ¡El que lo hacía primero, ganaba! Este juego me lo inventé yo misma y tenía muchas ganas de ganar, entonces iba buscando las bayas con mucha atención y esfuerzo. Sin embargo, la fresa silvestre se escondía de mí y no podía encontrar ni una. Pensaba que mi papá se pondría triste si no recogía nada. También me preocupaba porque pensara que no quería buscar las bayas, por eso mi botella estaba vacía. Todos estos pensamientos me desanimaban y, por mala suerte, seguía sin encontrar nada. En cambio, mi papá iba llenando su botella poco a poco.

Era pequeña y la fresa silvestre estaba muy rica, entonces le pedía de vez en cuando que me diera unas cuantas para probar. Por supuesto, me las convidaba encantado. Así fue nuestra pequeña aventura en el bosque. Mi padre buscando las fresas silvestres y yo, comiéndolas. Tampoco es un mal plan, ¡pero me ofendí mucho con la fresa silvestre porque se escondiera de mí!

Después me enseñaron la fresa que crecía en nuestro huerto, la grosella y la frambuesa. ¡Estas bayas sí que las podía recoger sin problema! Lo mejor fue comérselas frescas, recién recogidas del arbusto. Todavía me acuerdo de su sabor.

Recuerdo muy bien aquella tarde con mi padre. Fue una de las pocas veces que estuvimos los dos solos haciendo algo. El siguiente momento así ocurrió 25 años después, cuando mi marido y yo fuimos a visitar a mis padres. Decidimos pintar la casa y pasamos unos días unidos por esta actividad. Ahora estamos lejos de nuestros padres, es un país completamente distinto, a miles de kilómetros, pero siempre los tengo en mis recuerdos.

Начинка Relleno
Puré y polvo de grosella negra, puré y polvo de frambuesa, puré de yuzu, clavel, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 70%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Северский Донец El río Severskii Donets

История La historia

Cuando tenía 12 años mi madre y mi hermano pequeño nos fuimos de nuestra querida ciudad en el Lejano Oriente en Rusia y vinimos con mi padre y mis hermanos mayores a la ciudad de nuestro pasado Lugansk, que ya se encontraba en el nuevo país, Ucrania. En principio, íbamos para hacer unas gestiones familiares: mi hermana mayor se casaba, teníamos que vender la casa y después volver a Rusia junto con mi padre. Mi hermana se casó, pero estábamos en plena crisis económica y tardamos 1,5 años en vender la casa. Por lo tanto, pasamos un verano en mi ciudad natal Lugansk, en ese mismo piso en la 9ª planta.

La casa de campo ya la habíamos vendido antes y fueron las primeras vacaciones que pasamos en la ciudad. Pero, una mañana del sábado, los padres nos despertaron pronto y nos fuimos de viaje de un día a ese lugar que tanto queríamos y que ya me despertaba unas sensaciones muy nostálgicas. Subimos al bus, pasamos por los caminos ya conocidos, bajamos en la parada al final del trayecto, caminamos por los senderos de siempre hasta finalmente llegar a la valla que guardaba tantos recuerdos valiosos e importantes. No pudimos abrir la valla como siempre, no entramos a la casa, no respiramos ese olor de tierra húmeda tan agradable. Cruzamos la calle y nos quedamos allí unos 5 minutos observando esa casa con un castaño enorme que ya no eran nuestros. Fueron los momentos de sentimientos encontrados.

Después fuimos al bosque, caminábamos por las sendas, recogíamos las flores silvestres y al final llegamos a la orilla del río Severskii Donets que tanto queríamos. Mi padre encendió un pequeño fuego y asamos pan con salchichas, acompañándolos con unos pepinos tan crujientes, aromáticos y ricos, que todavía me acuerdo de su sabor.

Mi hermano y yo nos bañamos en ese río con el agua tan limpia y transparente. Recuerdo haberlo echado mucho de menos los 6 años que no estábamos allí, ¡fue el sueño hecho realidad! Al atardecer llegó la hora de irnos a casa. De camino recogimos más flores e ¡incluso nos encontramos por primera vez con una serpiente! Esperamos que pasara y nos dejara el camino libre. Entonces, subimos al bus y ya nunca más he vuelto a ese lugar.

En mis recuerdos a menudo voy allí, a ese pueblo tan querido y entrañable de mi infancia, que siempre guardaré en mi corazón.

Начинка Relleno
Puré de coco, coco en polvo, puré de lima, piel de lima, agua de pepino, bayas de canela, vainilla, chocolate blanco 35%
Корпус Cuerpo
Chocolate negro 70%
Аллергены Alérgenos
Leche, soja

Bажно не оставлять конфеты в тепле дольше, чем на 30 минут, и хранить в закрытой коробке. Es muy importante que los bombones no pasen más de 30 minutos a temperatura ambiente y se guarden en la caja cerrada.

18°C — es la temperatura ideal para disfrutar de los bombones. 18°C — идеальная температура для конфет.

Это нужно, чтобы вкус конфет получился таким, каким его задумали. Ya que permite que el sabor del chocolate sea exactamente igual al que tenía en mente al crearlo.

Храните коробку в винном шкафу, тогда конфеты всегда будут нужной температуры. Или не открывайте коробку 5–10 минут после того, как достали её из холодильника. Guarda la caja en una vinoteca para que siempre esté a temperatura correcta. Otra opción de conseguirlo es esperar unos 5-10 minutos al sacarla de la nevera, y luego abrir.

Colección limitada

"A solas conmigo misma" "Наедине с собой"

5 sabores del verano 5 вкусов лета

5, 15 o 25 bombones por caja 5, 15 или 25 конфет в коробке
Envío en Barcelona gratuito Доставка по Барселоне бесплатна

€17 · €50 · €80